Mujercitas visto por... Alberto Morate
Alberto Morate, poeta, escritor y crítico habitual en medios como GODOT o DESDE MI BUTACA se acercó a ver Mujercitas al Teatro Sanpol, espacio que comunicamos desde hace 7 temporadas y que llega a su 40 aniversario en solo unos meses. Alberto Morate tiene el teatro como modus vivendi. Durante más de 40 años ha sido profesor de dramatización, ha dirigido grupos de teatro, ha escrito obras y ha interpretado ocasionalmente como actor. Desde el año 2014 también reseña funciones y espectáculos. Realiza sus crónicas con un estilo peculiarmente poético, haciendo hincapié en el tema, y comentando las representaciones desde un punto de vista emocional, social y humano.
Definitivamente hay un prejuicio claro preestablecido y anticuado con respecto al argumento y personajes de Mujercitas, de Louisa May Alcott. Por culpa de traducciones y adaptaciones ñoñas y su difusión en épocas de censura y didáctica de la moral de una época poco aperturista, se ha tenido la trama, la relación de estas hermanas y su mensaje como algo cursi, en el mejor de los casos, o como enseñanza de escuela de señoritas.
Nada más lejos de la realidad y de la interpretación real de esta historia. Lo que su autora nos daba a conocer, o en lo que incidía, era en la necesidad de igualdad en la oportunidad de ejercer actividades como los hombres, y que no fuesen simplemente destinadas a cuidar una casa, un marido, unos hijos, una familia.
La personalidad más fuerte, la de Jo, personaje trasunto de la propia escritora, es la independencia, por supuesto, la inteligencia, la audacia y el riesgo, el enfrentamiento con lo estereotipado para lo que se esperaba de una mujer. Hay que tener en cuenta que la novela es de 1868, por lo que su carácter progresista y no huidizo le supone más de un disgusto. Lo interpreta magistralmente Marina Damer, que también aporta la sensibilidad necesaria y al final hace que la emoción aflore hasta en los corazones más duros.
Las otras tres hermanas, Beth, Meg y Amy, en la personificación de Carla Moro, Inés y Mireia Martínez, marcan su rumbo y se hacen oír también cada una con las características reflejadas en la novela. Delicadeza, arte, abnegación, sorpresa, inocencia, lucha. Los otros personajes, la madre, la tía y el vecino amigo, también dechado de virtudes, lo cumplen con garantías y solvencia probada, Natalia Jara, Karmele Aramburu y Mario Jiménez, respectivamente.
En producción de la Compañía La Bicicleta (Natasha Fischtel) del Teatro Sanpol, ha puesto todo su empeño Ana Mª Boudeguer en la dramaturgia y dirección y consigue una obra elegante y sensible, diseñada con el corazón, tierna y eficiente, humana y altamente teatral, donde cada escena está medida en ritmo, en entradas y salidas, en posicionamiento escénico, en texto, en pasión, en expresividad.
Mujercitas, Little Women, no se os olvide, que en esta sociedad, con ser mujeres no os basta y hay que seguir en la batalla.
Fotografía de escena: Emilio Tenorio